No, hace tiempo que supe
que el pecado no existe
ni el desatino de perderse
en unos ojos altivos
que no sean los propios
o aquellos, que se ven cada día.
Que el amor campa libre
por escuetas veredas
y pocas veces, se queda
en la alcoba prendido
de quien deba prenderse.
Por eso, por libre, por altanero
por saltarín inquieto, el amor
no se vende, ni se apresa siquiera.
Y sé, porque me lo dijeron
que dejar de querer
tan solo, es patrimonio
de quien haya querido,
aunque duela, aunque enfade
no sentirlo primero…
Porque así es la pasión,
un infierno muy fiero,
con llamas encendidas
y muy poca razón
que suele abandonarse
cuando alguien, sin aviso,
quiere bridarla prieto.
María Toca
Santander-13-09-2017. 13,10