El aceite de palma se obtiene del mesocarpio de la fruta de la palma. Es nativo de África, del Golfo de Guinea; poco a poco se fue extendiendo a otras latitudes, debido a los bajos costes de producción y al alto rendimiento por hectárea. En las poblaciones en que es originario, la utilidad es múltiple, por su bajo precio, se hace insustituible en economías del tercer mundo. En Occidente, es conocido, por estos dos productos que se derivan del mismo: la estearina, con usos cosméticos, jabones, detergentes, velas, crema de calzado… Y la oleína, que se utiliza para uso comestible.
Es el aceite de mayor consumo en el mundo, y el segundo, después del de soya, en producción. Su bajo precio lo hace muy apreciado para los diversos usos de la industria alimentaria, de limpieza y cosmética. El cultivo de palma, se ha ofrecido a países agobiados por deuda externa como un balón de oxígeno económico importante, ya que se exporta en su mayor parte. Como ejemplo sirva el caso de Malasia, que es el principal productor de este producto, con un 50% de producción mundial, exporta un 85%. Indonesia, con una producción de un 30%, exporta un 40%. Las grandes corporaciones mundiales, multinacionales alimentarias y de higiene, “venden” a los gobiernos este cultivo como la gran panacea que hará prospera a la población así como el gran saneador de la balanza de pagos. Consiguen patrocinio de gobernantes en su invasión deforestadora de selvas autóctonas, con el consiguiente descalabro ecológico, de fauna, flora, incluso, de población indígena, que ve como su medio de vida se altera con estas plantaciones
En 1997, en Indonesia, los productores de palma, se abrieron camino a base de fuego en las selvas tropicales. Hubo unos tremendos incendios, provocados, detrás de los cuales, estaban las grandes empresas plantadoras de palma. Hallaron barato limpiar con fuego un 80-100% de la fauna que no pudo sobrevivir al monopolio de este árbol. Estas plantaciones, provocan un desbroce del suelo que propicia grandes inundaciones, al producirse las lluvias tropicales, al tiempo que desplazamiento o exterminio de población indígena, al privarles de su medio natural, la selva autóctona. Capítulo aparte, merecen la incidencia que está teniendo el cultivo de palma, entre la población de grandes simios, que necesita para sobrevivir el bosque autóctono. Se están diezmando las especies de orangutanes, incluso se piensa que están en peligro de extinción debido directamente a la deforestación producida por el cultivo de palma.
Estudios contrastados de Wakker 2000, comprobaron que los principales bancos de Holanda, (ABN-AMOR Bank, ING, Rabobak y Mees Pierson) mantienen vínculos con empresas palmicultoras, además, claro está, que los productores directos.
A los nombrados Malasia, Indonesia, se unen como países productores, Tailandia, Nigeria, Colombia, Ecuador, Brasil, América Central. La deforestación que padecen estos países, va unida de forma inexorable, al cultivo de palma, por poner un ejemplo diremos que Indonesia pierde 620.000 hectáreas por año de bosque. Abundantes pobladores autóctonos, son desplazados, o asesinados, para implementar las plantaciones sin molestias, así como los grandes felinos, como el tigre, debe huir de las zonas, debido a la destrucción de su hábitat.
Este aceite se utiliza en innumerables preparados alimentarios: pastas de cacao, chocolate, margarinas, bollería industrial, productos lácteos, alimentos precocinados, conservas. Siempre que en la etiqueta leamos: aceite vegetal, debemos entender, sin duda, que se trata de, aceite de palma, ya que la legislación permite esta nomenclatura simbólica. Sobra decir, por conocido, la repercusión a nivel de salud de este aceite, rico en grasas saturadas; la incidencia directa en la alta tasa de colesterolemía, hiperlipidemia, obesidad, que se produce en los países consumidores. Venganza de la naturaleza a los consumidores occidentales, por el desastre natural que produce su cultivo.
Entendemos que en los países productores, se produce la dicotomía: palma; igual a progreso, bosque, síntoma de subdesarrollo, ya que los productores “venden”, como decíamos antes. Esa premisa, es falsa, a poco que se analice, además del desastre a nivel ecológico que produce, ya que la riqueza, de producirse, jamás revierte en las poblaciones de origen, que cultivan las plantaciones a costos ridículos, en régimen de semiesclavitud, quedando la plusvalía, como no puede ser de otra manera, en manos de oligarquías financieras. Un claro ejemplo de ello, es Unilever, gigante de la cosmética (DOVE), a la que Greenpeace, denuncia como directamente implicada en la destrucción de los bosques de Borneo, con el desastre que supone para los grandes simios, esta deforestación. ¿Es posible una producción sensata de palma?, ¿es posible racionalizar y gestionar zonas en las que el cultivo de palma no suponga la muerte de habitantes, zoosistema y bosque? Creemos que sí, aunque con esa racionalización se purgaría la esencia capitalista de obtención del mayor beneficio a cualquier precio. Solo que el precio pagado, es muy alto, y no solo lo abona la población que padece esa plaga, sino que se sus nefastas consecuencias se extienden a toda la tierra.
Es un poco largo, incluso farragoso, pero interesante. Es mi aportación al consejito de http://www.centrovelvet.com. Salud y buen día.
claro, Angeles Garcia Garcia, para eso lo hice, es importante difundirlo, saber de que forma, algo tan banal, como la bollería industrial, velas, cosméticos, inciden en el planeta.