Si no tuviera lienzo donde plasmar la pena
ni cuartilla donde mechar el miedo
no sé cómo sería la vida
pero, seguro, que en precario
voltearía el pavor de lo sin decir
me borraría la sonrisa al esculpir
las pobres palabras que no se dicen
y se pudren en el tedio de lo no dicho,
de lo ocultado, del miedo, del tedio.
Imagino que la mente da la vuelta,
se mece en diatribas consecuentes
o se pierde entre las veredas
de lo ocultado, del dolor candente
que prende la mecha del miedo
y se hace presente al callar
cuando los silencios, arrecían
el dolor y las palabras se pudren
porque medran hacia adentro.
Imagino dolor no expresado
en la métrica del verso conocido,
leído por amigos y enemigos
amado, despreciado, compartido,
imagino, si mi voz no pudiera expresarse
como desgarraría las entrañas
con el dolor, las ganas y la saña
de los sucesos doloridos y la marcha
de lo que amé con locura
y en aciago día, desesperado y ciego,
marchó hacia puertos más seguros.
Imagino la mano dolorida
que mecería mi somera mente,
envuelta en brumas de un incierto presente,
dolida, callada y como ausente.
30, Marzo, 2014, 21,17. 70 días sin ti. Gracias a quien corresponda y a los que leen mis palabras, porque curan sin querer, ayudan a caminar, y siembran una tenue esperanza.