Y de pronto, me entraron ganas de poesía
sin más remangos que el anhelo
de que me torne la voz en lírica templanza…
Así, sin preparaciones, ni acicales
ni falsas rimas que me enconen,
de forma simple, tal que si hablara
con el alma, esa que siempre me acompaña.
Me vi vociferante, contrariada
con amplias guerras tamizada
buscando la soledad, el soliloquio
o la prebenda, para nutrir bien la sustancia
y mantenerme -o al menos, intentarlo-
lucida, presente y en abierto.
Abrí las puertas de mi pecho
dejando el corazón en expedito
camino, soltando amarras y canciones
para drenar nostalgias viejas
turbaciones extrañas y temores.
Y aquí me tenéis, en contrabajo
posando escarcha en un pañuelo…
soltándolo, al fin echando al vuelo
las viles estrofas que presento.
María Toca Cañedo©