Ese mar bravío que nos habla
cuando, en silencio le escucho, bien atenta
al murmullo que levanta simientes
de verdad, de lucha y acoraza el destino
labrando en mi frente, tu camino.
Ese mar, me dice, musitando,
que estás cerca, aquí, al lado mío,
que si no te veo, es porque no me fijo;
y al cabo, me repite, lo que sé y me confío,
que nunca nos dejaste, que caminas despacio,
de mi mano, trenzado a mi corazón
como cuando aún no te habías ido
y nos sobraba tiempo para estar
aunque estaba escaso, no lo vimos.
Cuando quiero hablarte, camino a la orilla
de la bravura escarchada de las olas,
mi pie se hunde, mi frente se embelesa
y mi oído se aguza, en pos de la vereda;
entonces, me susurras muy quedo,
me cuentas, que nos ves muy pequeños,
quizá porque tú estás arriba, quieto,
engarzado a las olas,
esas que besan sin denuedo,
la costa, y también besan despacio
mi frente, aplacando mi miedo.
Santander-24-12-15. 18,44.703 días sin ti, pero contigo.