En el adentro, profundo hueco,
donde nace la fatal llama
que anida y siembra la sensación
de banal calma, que raya en sima
de cristal puro, frágil escarcha
que funde el hielo, lo vuelve agua.
Allí, en turbia oquedad
donde se esconde el miedo,
reside, agazapada, pequeña mota
que puede ser muy consistente,
se llama: fragilidad.
Allí, reside, se esconde y vibra
viejos dolores, nuevos temblores
que fijan y huyen si alguien se va,
esa ventana, donde se nubla toda esperanza.
Allí, quieta, pegada al mar en calma,
se queda y crece, pequeña y huera:
fragilidad.
Santander-25-12-15. 20,15.