Esa canción que suena en sordina
me evoca tiempo regalados
que en su esencia están anclados
en el sudario yerto de una memoria henchida,
de vanas esperanzas fenecidas
que se libraron al paso de la edad
en la sutil frente camufladas.
Se quebró la piel, cuarteó la belleza,
la sonrisa quebró labios impíos
que sin dejar de querer, se fueron
resquebrajando, en el vacío
de tanto beso, huero, regalado.
Hoy el espejo devuelve torva mirada,
que luce, en diurna encrucijada
contemplando la vida que se acaba,
el camino, que ante mí se cierra y se percata
de que el final, se encuentra,
tras de aquella cañada.
Por eso, ya se olvidan y se pierden
esperanzadas avenidas,
que unen al vacío,
solapada tristura en armonía.
Satander-9-10-15, 20,21. 627 días sin ti, pero contigo.
Gracias.