Te quedaste afuera,
saliste de mi vida, apenas sin entrar,
y yo te dije, altiva:
cierra fuerte la puerta al marchar,
no sea, que con el aire, se abra
y vuelvas, amostazado,
a entrar.
Saliste, apenas al poco de llegar,
sin quitarte el overol, siquiera,
sin dejar el sombrero en su guarida;
te fuiste. Saliste,
sin apenas dejar tiempo al desaire
ni a la despedida.
Marchaste ¿o te eché?
quimera de los días
en que me acidulaban
tus palabras, y como orate,
soñaba encontrarme
entre tus brazos, apresada.
Marchaste, sin tiempo,
apenas, sin dar opción
a aclimatarte,
a dejar la seducción hacer su parte.
Marchaste.
Por eso te despido, con largueza,
y al momento,
en cuanto acabe la canción,
me olvido de tu cara,
te despido
cerrando, después, la puerta
y sin premura, sobrevivo.
Santander-9-10-15. 20,48.
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