Alguna vez fue cristal, frágil, quebrado al menor soplo,
fue hoja seca, crujida o pasto de senderos que la vuelan,
fue ave. Paloma leve que alza el vuelo
y brujulea por amplias nubes en espera
de amplio espacio donde la lleve su locura.
Fue gota breve, sonrisa fulgurante en rostro de niña
entusiasmada con juguete.
Risa, llanto en espera, bajo el telón de parpado ciego
sutil, como esperanza de amor primero.
Efímera ilusión, tarde en espera
de aquelarre con besos y abrazos
en la antesala del encuentro.
Perecedera cinta que rodea al regalo
que se espera, con ansia redoblada por el miedo
de ver frustrada la lenta dilación de la prebenda.
Como el ave, levanta el vuelo…
sale de noche, torna de madrugada
mientras los sueños y las alforjas se le amortajan
en la escalera. Fiel compañera.
Esperanza y finta de agua derramada.
Así la sueño, así la espero, como alma enamorada
en los rincones del jardín que esconde sementeras
que han ido haciendo los pasos quedos
que me rondaron en las madrugadas
cerca muy cerca de los rincones de mi morada.
María Toca Cañedo©