Las llaves en la puerta,
la sombra se detiene, son los pasos
que escucho, aquietada,
dentro de la nube que me cuadra,
está la luz atenuada por la escarcha
que depositó la mano temerosa
en una tibia madrugada.
La hoguera que me inflama
tiende, cautivos, los brazos de sus llamas
hacía mí, me constriñe y entretiene
su calor y su luz se adueña
de la alcoba deshabitada donde vivo.
Las llaves y el silencio prendidos
del colgador que hay en el hall,
junto con la chaqueta
y un bolsón donde guardar los sueños.
La puerta está cerrada,
las llaves bien echadas y la sombra
se aquieta. Nada espanta
a la soledad bien conjuntada.
La copa de vino se caldea
en espera de los labios, que altivos,
la saboreen, dentro del hogar
o de ese infierno de grisuras
y soledades donde habito. Allí espero,
cubierta de polvo, bien tapada,
-para evadir el frío- que lleguen,
la muerte y su guadaña
a envolverme, y al fin
llevarme de la mano a su castillo.
María Toca©
Santander-30-01-2021. 23,24.