Se me acicala el sol…aunque muera de pena
cada tarde, el crepúsculo dejándonos la luna
para apagar nostalgia e iluminar la sombra.
Se me pone bonita la tarde, en la espera…
acicalada toda, con su bata de cola
y la espuma primera que brota en primavera.
Con la melena ardiente el sol se aleja crepitando;
pelea, cual soldado, por el este vencido
con la dulce batalla que emprende afligido
por perder su presencia, marchándose cautivo.
Los pájaros le velan, le despiden contritos
…que corren hacia el nido, se arrechan
y se ombligan volando tras la estela
que nos deja este sol, que está casi dormido.
La túnica del cielo, se nos torna oscura como cueva
y furtiva despierta, la luna tras estrellas
de luces encendidas que decoran el cielo
y torna a desplegar la ceguera torcaz
que en batalla pelea con luceros tal que manto ligero.
Es hora de pasiones, de besos en el tiempo,
de sudores, de piel dejándose en los dedos
los suspiros, los ayes y una nube dispersa
de amores prohibidos. Es hora de poesía
que recita el amante al amor sin despecho
y se yergue distante, la noche y sus dislates.
María Toca Cañedo©