Levantó la mirada. El reloj marcaba las siete cuarenta y tres, como ayer; como entonces, cuando el portazo desvió el minutero, paralizó con el desvarío de la soledad intuida las manecillas y nunca más volvió a moverse.
Levantó la mirada. El reloj marcaba las siete cuarenta y tres, como ayer; como entonces, cuando el portazo desvió el minutero, paralizó con el desvarío de la soledad intuida las manecillas y nunca más volvió a moverse.
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Todo lo que se pública en https://www.escrivivo.es es mio, Maria María Jesús López Casanova. Gracias primo, hay que hacer musculo , aunque sea con poco.