Dos luces rasgaron las sombras de la noche, ambas, asomaban por una fachada lúgubre, envuelta en la mirada alunada del astro que desde el cielo contemplaba el despertar despiadado que alumbraba su desaparición. La primera ventana, se asomó a la noche con luz amarilla, mechada de reflejos de luminaria incandescencia, atronando con el resplandor el silente descanso nocturno. Hacía tiempo que las bujías de la calle se habían apagado, dejando en sombras las baldosas encharcadas con el lodo restante de una lluvia antigua. Al encenderse la primera ventana, reclamó para ella, el protagonismo del silencioso camino que conduciría, poco después, a lugares insospechados. La otra, se anunció con parpadeos azulados, como de lámpara de noche. Al dejarse ver, una luz templada, iridiscente, apenas, quebró el entorno silencioso y oscuro del edificio. Era como si la otra cantara, y la segunda apenas musitara una leve melodía ensoñecida.
La sombra se recortó sobre el amplio ventanal. Se movía con cadencia espesada por el temor al ruido, luego se sentó en una esquina de lo que podía adivinarse lecho, o silla. Bajó el torso, hacia algún lugar que no quedaba a la vista, braceando como si buscara; quejumbrosamente volvió a enderezarse. Con la cabeza baja, parecía enhebrar pensamientos, o atender a algo importante que no se apreciaba desde la distancia de una calle solitaria, contemplado por la mirada insolente de unos ojos insomnes.
Aguzando la vista, desde la sombra, se pudo ver como la habitación azulada, se llenó de sombras cimbreantes que se contorsionaban en danza acompasada. El transeúnte, afinó la mirada, espoleado por los sentidos. Adivinó sin mucho esfuerzo, que dentro de esa habitación de luz tenue, aturquesada , dos seres se amaban en una silente cabriola de amantes conocidos y esperados. Mientras desde la otra, vociferante de luz, un semejante, contaba dinero.
FIN