Reposan aguas mansas
que besan la arena con desvelo
como si fueran besos que una boca
ajena, dejara en la frente, sin un sueño.
Reposan, como en estío, las palomas
bajo el cielo que calcina el campo,
o se besan como amantes antiguos,
con calma, con cuidado,
tal como se anidan los sueños
entre sábanas, en perpetuo desvelo.
Llega la suave espuma
de un mar acicalado por la calma,
se para, se arruga y desparrama
frente a la escollera y la galerna.
Se enfría, y se ausenta, calmada
la mar, así besada,
por la suave brisa, censurada.
Las olas que mecen ese agua
acarician el puerto, lo aquietan,
meciendo, en suavidad, barcos,
mientras, los sueños se recaudan,
como siempre hicieron los poetas,
sentados, en su casa.
El Camello. 12-6-15, 10,35. 508 días sin ti, pero contigo.
Gracias…