Leo por ahí, que hoy es el día de las niñas, lo que me lleva a hacer una reflexión. En los tiempos de lucha encarnizada porque arraiguen los derechos de una sociedad igualitaria, nos enteramos de que a una pequeña de ocho años se le acosaba en el colegio por “marimacho”. Luego le dieron una paliza hasta romperla, los machotes (estos, sí, de verdad) de sus compañeros del cole. Eran doce y mayores. Ahora, vemos como todos los estamentos se hacen lenguas y proponen cosas descabelladas para castigar a los cabestros que la golpearon.
Hace unos días nos saltaba a los ojos, la estremecedora foto de una mujer preciosa con dos pequeños abrazados, que fue degollada por su ex pareja. Suceso nada excepcional, porque se da a diario. Desgraciadamente, nos hemos acostumbrado a la masacre que se hace con las mujeres, y ya no nos impresiona, a menos que la tengamos cerca.
Nos rompemos la cabeza, pensando el porqué, el cómo, y el qué hacer. Quizá tengamos la respuesta muy cerca, precisamente en esos patios de colegio, donde patearon la pequeña “marimacho”. En esos recintos se cuecen los seres humanos. Se me entienda, en esos y en el hogar. Estoy convencida de que no hay castigo, no hay pena que redima a los agresores, a los maltradores de género, xenófobos, homofobos, ni a los que torturan animales, ni resarcimiento para las víctimas por el dolor causado. Están tan convencidos de sus razones, de que no son violentos, que solo se dejan llevar, que no hacen ni más ni peor que otros, que es imposible cambiarlos. Creo que solo es factible enderezar la sinuosa mente de esos potenciales maltratadores, mucho antes. En la infancia, con educación, cultura y razonamiento, cuando es posible enraizar el bien y el mal en la mente, cuando se pueden establecer los valores que nos han de guiar el resto de la vida. Luego es tarde. Si educamos en igualdad, en valores humanos, crecerán ricos en esos conceptos. Si, por el contrario, damos por buenos las ideas segregacionistas, discriminadoras, si amparamos la crueldad con el/la diferente o el animal, reímos las gracias, cuando lo que se debiera es condenar sin paliativos las conductas estaremos creando pequeños monstruos que nos devorarán cuando crezcan. Se impone una nueva “Educación para la ciudadanía” que un gobierno denostado, impuso en los colegios. Se impone no condescender con ninguna idea que roce, ni en lo más ligero, con el maltrato de personas, animales, medio ambiente. Sé que estas palabras suenan ingenuas en los tiempos que corren, pero créanme, no hay otra solución. Y luego podremos olvidar el dedicar días a colectivos.
Eso pienso, Carmen Ruiz Ruiz, que se permite. Se tolera la violencia, la discriminación , la crueldad. No se arranca de raíz esas pulsiones tan terribles. Padres, educadores, todas debemos implicarnos. Y educar en la tolerancia
Antes de que ocurran estos casos, debemos educar, no transigir con la costumbre. Educar es la solución