Se apergaminan los estíos,
van llegando los aires otoñales
y en cada esquina de la vía
las hojas hacen alfombras
cumplidas de penumbras sin ambages.
Las nubes bajan, aplomadas,
hasta el vado de la puerta; por la ventana,
entran sin permiso y se acomodan
dentro de la estancia, la apenumbran
con sombras de recuerdos ancestrales.
Se nos murió, sin darnos cuenta, el estío,
los días de jolgorio y alboroto
y nos llegan cautelosas las jornadas
en las que , se nos inundan las nostalgias
y donde llenamos la alcancía
de recuerdos y aliados que se fueron
en viaje, otros otoños, cuando las horas
aún no pesaban y era de estreno
las emociones que embargaban
con ahínco, bien guardadas, en los sueños.
Santander 9-10-2016. 12,25