Hay un destino que lo labran los malos,
que trazan esquinas, y sombras encerradas
en palabras rabiosas que nunca dicen nada,
en conceptos manidos, rotos por el uso
que apenas mantienen el suave barniz de lo difuso.
Ese destino, quizá sea el camino
que caminan los pobres, los nadies, los desnudos,
está pensado, trazado, requerido, aquietado
por unos pocos que dictan, en la sombra,
lo que nos incumbe a los que andamos ciegos,
movidos por el aire, que nos trepana y hiere
el cuerpo transido de laceradas huestes.
El yunque aciago del poder, esgrime,
para trazar la pauta que seguimos, y sigue
cada uno de nosotros hasta la muerte cierta.
A veces, se cohíben, se arredran
y se aquietan, por pura estrategia,
en retirada sutil, estratégica,
para luego, volver con más violencia
y atajar el tiempo perdido, con cadenas,
que, sin pudor, nos enlazan al cuello,
mientras, somos nosotros, los que apretamos goznes
y ellos se llevan la victoria, enredada en sus manos.
Por eso, sigue trazando los senderos,
el proceloso fuego que nos quema y nos hiere,
por eso, porque les dejamos, callando, con pudor
de levantar el puño, sintiendo, que apenas,
nos erguimos y levantamos la cabeza,
huyen, porque somos más fuertes,
porque somos letales,
aunque no lo sabemos.
Santander-28-2-15, 23,02- 404días sin ti, pero contigo.