Vestirme de fiesta quisiera,
arrancarme la piel marchitada
y colgarme otra de reserva
para ir de tu brazo, pintada,
como se va a la fiesta sagrada.
Calzar con tacón de costumbre
arrabalera y luciente hermosura
cual antes de que el tiempo
pasara despacio y me marchitara
el cuerpo. Y mis sienes
se tiñeran por siempre de blanco.
Llevar en el brazo las flores de estío
y en la pechera dos senos floreados
enhiestos, lustrados
por tu mano, antes de vestirme.
Y mirarme en tus ojos
que embelesados contemplan
la fresca hermosura , siempre enamorado;
y mi mano, reposando en la tuya,
confiada, sin jamás tener que eludir
los llantos, que asolan mi cara
cuando no estás conmigo
ni veo tu cuerpo serrano.
María Toca
Santander-15-07-2018. 19,17