Cuando me quedo sola
se me espesa el aliento
y las nubes se cargan
de una tormenta ciega
que me espanta y me duele.
Cuando me quedo sola
los fantasmas arrecían,
rodean el lecho donde duermo
ensalzan lo que tienen
y yo me sobrecojo.
Cuando me quedo sola,
sutiles esperpentos
me espantan la esperanza
de seguir un camino
empedrado de escarcha.
Cuando me quedo sola
las nubes se hacen agua,
la tormenta se quiebra
y una vana esperanza
me alumbra las mañanas.
Cuando me quedo sola
me faltan las palabras
y me sobran los quiebros
que enlentecen mi alma,
la vuelven torturada
con miedo, sin mañana.
Santander 6-6-14, 10 45. 148 días sin ti. Añorando.
Un honor, Ines Montes Fernandez