Como velo bruñido de escarchas, se estremece
la piel, mientras te pienso,
te recuerdo, te amo y te traigo
al espacio que hay sobre la hoguera
de mi casa, de mi tiempo, del sueño
aciago que se quebró un día de invierno.
Horadada la noche, de sueños infinitos,
cuando apenas comenzada la mañana, quebró,
con las voces que enhebraron los horas
perdidas, para siempre, en el aciago día
en que te fuiste. Te me llevó la muerte,
como se lleva a los héroes que ansía,
como se lleva a lo más granado de la vida.
Se nos quebró la voz, tanto llamarte,
los ojos de llorarte, se nos quedaron secos,
marchitados. La frente se surcó
de tibios pensamientos, de pesadumbre ciega,
de tormento, de miedo, de quebranto.
Tanto, que hoy, cuando te pienso,
aún se estremece la piel como si fuera
una sima, profunda de tormento.
Santander 7-6-14, 149 días sin ti.