Sutilmente envuelta en las nostalgias,
hoy en lúgubres esperas
ayer livianas
después de un sueño
que me llevó en volandas
por un camino incierto
-pedregal de conciencia-
ríos de llanto dentro de un cauce bien esperado,
que labró los caminos de forma incierta
labrando a fuertes cojetadas, a la añoranza.
Hoy, maltrecha y contrita
se me vienen raudos los aires
de los lozanos y primorosos días…
en que estando en la morada,
dejaba bien abiertos los ventanales,
solsticio de un invierno
que me envolvía, estando quieta.
Soñadas alegrías
cuando un roce en la piel
hacía que saltaran miles de estrellas.
En aquel tiempo, soplaba un leve viento
que asurado y caliente
me llevaba a empujones, a cumplir ansias,
viejas costumbres, y luego a vivir noches
y días de verbenas
sin contar los desfalcos
que los amores vacuos, llenos de espinas
nos llenaban de escarcha los corazones.
A su paso, el viento, dejaba ruinas y heridas…
y un manto de escaras, dulces astillas
que, con el tiempo, acariciaba.
Ese alma herida, quedó forjada,
con las esquirlas de cien batallas
-incluso alguna fue bien ganada-
otras, en cambio, mal derrotadas.
Cuantos amores viejos
arribando al puerto de los espejos,
arriaron la bandera, llevando como cargamento,
noches y días, viejos encuentros,
el vino y los abrazos…También, algunos besos.
El barco flota, con la carga baldía
de tibias esperanzas
y muchos sueños.
Hoy, tan solo espera, un pozo de nostalgias,
quizá mañana sea tal que humo
de un volcán ya muy viejo
porque la llama de la vida
se apaga toda. La gloria y la ceniza
se harán, entonces, pasto del alimento
para la tierra.
María Toca Cañedo.
Santander-5-12-2021. 6,55