Tal que el temblor del visillo en la ventana
o la hoja reseca que bulle por el viento
y la cosecha agraz, fenece en el cañizo,
se me escarchan las carnes cuando sale el olvido
y se me arrumban entre el dolor y el miedo.
A vivir encelada en rumores de sueño
se le llama vivir, mas yo creo que es vano
el camino que se anda, en pos de los senderos
esos en que la nieve, los decora en invierno.
Si persiguen las sombras y las nostalgias viejas
se preñan de las nubes que prenden a lo lejos,
el cielo se ennegrece y se mutilan solos
gritando tal que orates, los caireles de espanto.
El dolor se hace río, se humedecen los paramos
y la fuente de olvido, se estremece al paso,
de las viejas nostalgias, de los temores viejos.
El olvido, se mece. El silencio se cierne
y yo huyo encelada, rauda,
camino del infierno.
María Toca
Santander-19-11-2017. 20,41