con el tranco seguro y ciegos
mis ojos, a cualquier aquelarre,
que me nuble la vista
de tu pensamiento. Miraré
con la calma encendida
el paisaje, las nubes de paso
que caminan, panzudas
en torno a mi rastro .
Dejaré la sonrisa prendida
del arbusto o del viejo helecho,
espinado, que adorna el camino
que hice, a base de pasos, mi rastro.
Moveré con destrezas las manos
apartando cualquiera
de los mudos reproches
que pueden llegar a mi lado.
Y cuando la noche cierre mis ojos,
créeme, será entonces
cuando entone mi canto
y mis sueños irán, como siempre,
amarrados con gana a tus manos.
María Toca
Santander- 30-05-2018. 19,46.