Desgajando la costra
que oculta, tras mil capas,
de oclusión y de mugre
la etérea verdad, que sale de la nada,
se saluda a la esencia.
Se encuentra la primaria
sutil evanescencia
de lo que somos, o de lo que seremos,
tras las capas de excreción y de miedo.
Raspando, diluyendo
el yo, como el nosotros,
amalgamando opiniones ajenas
que funden o retratan
de forma insoslayable
la pura y dulce savia
que nos hace presentes.
A poco que busquemos,
que miremos adentro,
o desgajemos con fuerza
los barrotes, que levanta
la soledad que labra
el egoísmo ciego,
o la falaz costumbre de ser
lo que no somos:
individuales, recios, únicos
en la feroz contienda
de huir de la cárcel umbría
que tiende los barrotes
la soledad perdida.
Santander-20-3-2016. 19,55.