Nada me gusta más
que labrar con el niquelado cincel
de la palabra
la poesía brotando a raudales del pecho,
naciéndome, como explosión
contenida, en caireles
de lámpara irradiada .
Luego torno exhausta
a esculpir las historias
labradas con buril en una trama,
de inocente fantasía arrebatada.
Una explosión de gracia
me sucumbe;
una emoción cumplida
entre brumas, estalla
de alegría, al nacer las palabras
que son sentidas,
para tornarse estrofas de amor,
bien calcinadas.
Jeribeques tristes,
explotan, en lámpara de luz extraviada
como llanto que drena con mano firme
en cuanto nacen, estas penas.
Luego, brotan tibios los poemas
que, en sueños, desgrano,
en la almohada cubierta de papel,
que surge entre las brumas
de madrugadas que me llegan
sin sentir, apenas sin soldada.
Santander 6-5-2016. 19,00