Un aniversario, como otros, la canción del homenaje,
como otras. Unas fechas inicuas que sugieren
mareas y vaivenes en el calendario
mientras la suave melodía que estremece
va abriendo las compuertas del recuerdo
-del tiempo de cerezas en que apenas apretaban
las memorias- con solaces pasados
de ayeres con glorias y sin penas audibles.
Hermosos días en que el pasado no era nada
o algo tan sutil que apenas nos rozaba la costumbre;
hermosos tiempos en que labrábamos sementeras
y el olvido caía sin forzarlo, unido a la desazón
por el futuro. Incierto y desasosegante porvenir
que esperaba, indolente, a la vuelta de la esquina
sin buscar premisas ni preguntas,
apenas viviendo en el instante del sentir.
Y la melodía sigue susurrando
mientras se me llena la casa de fantasmas
de visiones, de piel endomingada de pasiones
y besos hurtados a la muerte y sus costumbres.
Abrimos la puerta, dejando entrar el solaz
de un tiempo que pasó y que la música nos trae,
sin querer, proyectando apenas como sombra
en una pared ensimismada.
Nos retornan los besos y los lazos
que ataban unos cuerpos en donde amar era costumbre
y el deseo se labraba a golpe de entereza.
Mientras, la melodía sigue y el aniversario se celebra
con el aire velado de un sudario
que colgado de percha inevitable
luce, desastido en mi armario.
María Toca
Santander-12-05-2019. 22,14