La piel dura, reblandecida
a fuerza de esperas y de anhelos.
Me duele la piel a falta del aliento de besos encendidos
y de caricias lentas de tus manos.
Me duele. Y no puedo acallar
el hambre de otra piel sobre la mía.
Duele el silencio y los deseos
que se ahogan en el vaso
de una redención recién urdida
entre mi deseo y tu ausencia.
Rasgueo de guitarra…
que me llega por la abierta solana
de mi cuarto, solitario
y en espera…
de tu presencia; mientras tanto
me cubrirá siempre la sombra
de un amor que no ha sido
y que fue la tramoya de un fantasma.
Así, en la soledad de mi guarida
concibo los sueños encendidos
mientras mi mano busca
perderse entre las tuyas
y la boca, hambrienta
perdida en un triste desierto
de sombras encendidas
que cubra la distancia
y nos abrace en mero contubernio
con mi deseo y tu soltura.
Hambre, de besos, de piel
de chaladura. Hambre de amar
de sentirme engalanada en unos brazos
mientras huye la soledad despavorida
ahuyentada por el fuego de tu piel
y mi mirada.
Con el beso dulce del silencio
me quedo envuelta en los sueños de un estío
que mañana recordaré
como aquel tiempo en que pudiste ser mío
y te volteó el viento a otra guarida.
María Toca
Santander-28-06-2018, 23,44.
Escuchando a J.L.