Me rompieron, siendo planta fresca.
Me quebraron,
podaron la alumbrada hojarasca que tenía,
dejándome amputada, alicorta, bien quebrada
al principio de los tiempos…
Desde entonces hasta ahora,
todo han sido ensalmos y curas despiadadas
y parches emborrachados de penuria
y azafranes.
Con el tiempo las heridas se cerraron
suturadas por la nada inconsistente
que acompaña a las almas heridas,
que labran indiferentes con hilos tenues
las costuras .
A veces se abrían, dolían,
y sangraban un poquito,
las heridas…
lo hacían a deshora y sin empaque,
presto, yo, las tornaba a curar cuando podía…
Hoy, la victoria que me adorna
es mirar al verdugo frente a frente
contemplando su declive y mi apariencia
sin sentir rencor, ni furia,
tan solo reviviendo la advertencia
de que fue ella, la ejecutora del desastre
en que desde el principio,
sucumbió mi vida plena de roturas inconcretas
y quebrantas.
Hoy, la miro, contemplando su decrepitud
y mi valía…
Sus ojos muertos, ciegos a la realidad
mientras se aferra a una triste existencia
sin porvenir, yerta de vida
llevando a la muerte de la mano.
No siento nada. Ni pena,
ni cariño, ni ira. Ni un solo reproche
sale de mi boca.
Y pienso, que ese es mi triunfo,
la batalla ganada con mi indiferencia
y tu derrota.
María Toca.
A ella. La que debió amarme y no lo hizo. La que debió procurarme cobijo y no lo hizo. Debió ofrecerme compañía rodeando mi vida de un abandono sutil que nunca ha dejado de pesar.
A ella, su derrota es mi indiferencia y el cuidado que la presto sin amor pero con la conciencia de saber estar a la altura.
A ella…que se vaya cuanto antes al infierno.
Santander– 08-01-2021. 23,43