Encharcada la calle
por lagrimones lánguidos
que dejan caer las nubes.
Entre escarchas bruñido,
el cielo, en nocturno tornado;
con la amenaza siempre,
de algún rayo que cruza,
exhalado la aurora.
Los pasos no hacen huella
porque el piso no deja
que se posen en las losas temblantes
por donde van pisando.
Con caminar pastueño,
sin mirarse siquiera
con algunos extraños,
que en esa misma hora,
caminan solitarios,
despoblados , distantes,
tal que almas en duelo.
Las luces se abocinan,
las ventanas se entornan,
como cirios ardientes,
las luces de la vía,
tintinean despacio,
pareciendo, concisas,
la antesala de un invierno muy frío.
Con premura y abrigo,
camina, la viandante…
Ahora aprieta el gabán,
luego arrebuja el cuello.
Hace frío en la calle,
aposento del miedo
donde la soledad se adueña
y el silencio, por momentos, se jacta,
tal que no hubiera nadie.
La ciudad es umbría, esquiva,
extinta de transeúntes.
Las manos las apresa
en bolsillos sin fondo…
guareciendo las garras,
dejándolas inermes.
Los ojos entornados,
los dientes van bien apretados
y en la boca la mueca
que nos hace el infierno.
La caminante vaga
por la ciudad infame,
¿Quién sabe si tiene techo?
o tan solo la guardan
las quimeras infaustas
de unas horas sin dueño.
De lejos unos ojos
encendidos, rodantes,
iluminan el trecho del camino
…es tan solo un instante
que salpica de cieno.
Un gato salta raudo
por entre cajas yertas
con el grito del hambre
y el espanto enredado
en su cuerpo menguante.
La caminante sigue,
sin sobresalto, inerme,
el destino marcado.
Hoy, ayer fue mañana
porque el futuro anida
entre sombras, cautivo,
sin paño, tan solo envuelto en las resmas
de un pasado lejano
que deshizo los hielos
mientras se saborea
el sabor del olvido
que está siempre quebrado.
María Toca©
Santander-28-02-2021. 20,34.