Son las rejas de las propias prisiones
las que más atenazan,
las que cortan el vuelo.
Son los barrotes fijos
de los propios prejuicios,
que nos crecen, a veces,
los que ahogan la calma
y nos dejan vacíos,
como cáscara hueca
batida por el frío.
Son los vanos tabúes
que nos llenan el hueco
de nuestras libertades,
los que nos hacen presos
los que nos amordazan
dejándonos desnudos, hueros,
a merced del destino.
Son las palabras escupidas
como dardos violentos;
los vocablos no dichos
los que nos amordazan
y nos dejan sin fuerza
prendidas entre cárceles hueras.
Y al fin, llevamos tal que como bagaje
esculpido en las carnes,
la sombra del castigo
que nos hace ser reos
de prisiones sin nombre.
Se nos hielan los vientos,
entre mil tempestades
con las manos vacías, portan
raudas, el equipaje
que nos lastra y nos deja
exudando crueldades.
María Toca
Santander-25-03-2018. 16,42.