Pasaron los días en que fuimos felices
pero ni lo sabía,
ni intuía siquiera,
lo frágil, lo perentoria,
que es la dicha tranquila
que yace como difunto
en el mar de los días,
que dejamos pasar.
El dolor resquebraja,
cuando tiembla la tierra,
y se oyen los timbales
de una pieza salvaje
que se llama tristeza.
Nos inunda, nos llena,
como lanza en estribo
de un dolor que no pasa
ni se pierde, primero.
Los días en que la calma
campaban por el jardín
de petunias y rosas;
hoy, como olas lejanas
pugnan por olvidarse,
que fuimos tan felices,
aun sin enterarnos.
Nos teníamos todos
sin vernos, ni hablar.
Estábamos tan juntos,
que hoy me falta el aliento,
la sonrisa, la vista
y la mirada al viento
se funde con la pena
de vivir en tu ausencia.
Santander- 6-10-14. 14,03. 260 días sin ti pero contigo.