En esta hora y día de mi vida
me quedo con lo pequeño,
con los días desgranados en paz
en el silencio pausado de la tarde,
cuando los rayos del sol fenecen
y la pajarada se retira a su cauce.
Me quedo con el silencio,
con la calma, con el siseo
de una conciencia tranquila, que se mece
en la inconsistencia de momentos felices.
Se fueron los dislates, las ruletas de sube y baja,
las noches de aquelarre,
queda la esencia, la palabra y poco más,
apenas, un tiempo de cerezas
que discurre como río en la tarde,
mecido por la suave brisa
de un viento que mueve y no agita
las hojas penumbrosas del estío.
Con eso, y con vosotros, tengo bastante.
Santander 25-8-14, 16,19. 218 días sin ti.