Se rompe por momentos
la carcasa vacía en que retomo la vida
y surgen como compañeros
de la risa y el llanto
los recuerdos, vividos
en tiempo no lejano.
Se recompone el iluso sentir
de que todo retoma su cauce
y la mano mece la costumbre,
sin duda, sin reclamo,
de que todo termina
hasta el dolor más lacerado
y la rutina envuelve de rechazo
el sufrimiento pausado, largo.
Más la carcasa rompe, estalla,
frunce con reparo,
la suerte de perenne normalidad perdida
y retoma la mano
que mece los instintos
y los vuelve a mi lecho,
con la voz quebrada del lamento
en que nada ha acabado
y el dolor lacera siempre
el lado más amado
Santander 9-6-14, 13,18. 151 días sin ti