La tormenta acecha tras la nube
de desalentada inconsciencia germinada
y arrecia el barullo de la fiera,
en cuanto despeja la incierta sementera
donde labramos el cieno y la cizalla.
Se me enhebran los recuerdos tardíos
a los nuevos, recientes, que yacieron
en lecho amargo de espinas aceradas
que socavaron la piel, el alma;
y los ojos, los afilaron, contemplando,
como dagas cruzaban entre llantos
aciagos, de tibias madrugadas.
Se acercan con sigilo, las nubes
enharinadas, de panzas con burbujas
de miedo, transidas de un dolor
que lacera, mata, duele, y se siente
más, cuanto pasa el tiempo y no apareces.
Santander- 29-10-14, 17,59. 282 días sin ti pero contigo.