Ya no duele la herida
como antes dolía,
no grita en la sombra
el macilento miedo,
ni me huye con tiento
la lucidez escasa
que me prende y se cansa.
La herida no supura,
incluso, aunque te extrañe,
hay días que no te llora,
no muchos, cierto, escasos,
pero algunos se quiebran
con el día tras día
que se cruza la vida.
Pues con todo y con eso,
me cambió todo adentro,
que ni pienso lo mismo
ni me siento la de antes.
Porque una herida ciega,
que laceró a conciencia,
a la fuerza, nos nace
otra nueva conciencia.
Y en el alma hay un hueco
que no lo llena nada,
cubierto con un velo,
aquiescente y callado.
Espera tu caricia,
acallando el llanto.
Espera tu sonrisa,
escuchando el lamento
de una vida trucada
que me tocó a destiempo.
Santander-7-1-16. 18,53
No hace falta el recuerdo, porque vives conmigo. 2 años de tu marcha, pero sigues cercano.