Allí, donde aprieta la garganta
y el sol ,macera lentamente,
se asoma, en lontananza,
una suave brisa que nos mece
y agita, a deshora, la mañana
donde amé y fui por momentos, amada.
Allí, a lo lejos, siembra la mirada
con escarcha de luz, iluminada,
en donde construimos una casa
para anidar la primavera,
que fugaz, como todo lo bello,
ancló su paso y lentamente se hizo eterna.
Allí, en el horizonte, entrelazados,
de nubes y de olas escarchados,
en donde anida la esperanza
de sentir, de amar, de que un día cualquiera,
vuelva a brillar la primavera
Loredo, 11-7-15, 15,50.