Uno de esos días
en que el tiempo se reparte
con calma, sin premura
entre poetas y el mar
sabiendo, que nunca es bastante.
Uno de esos días,
en que una agradece vivir,
aunque sea solo, por estos instantes.
Uno de esos días de poesía,
donde se comparte la savia derramada
por el poeta, su vida, su aquelarre
con ese mar, azul y puntilloso
que nos adorna, al cerrar hasta los ojos.
Uno de esos días,
que caminé despacio
entre la gente, contemplando
el paso de muchos, que era errante,
mientras mi andar, me guiaba
siempre hacia adelante.
Uno de esos días, en que el sol
refulgía, como amante
besaba mi piel, y el estandarte
de saberme vívida y serena,
era suficiente, para amarte.
Santander-18-8-15, 20,42.