Arañaría la afrenta que me haces
y mi piel se haría de madera
tras las luces opacas que deslumbran
mi ojos, y tus frías palabras.
Sumirme en el silencio de los justos
hacerme piedra de cantera
y luego, insuflar fuego a mi sangre
para que se abra, toda entera,
a tu paso por el rincón oscuro.
Mimetizar con los cantos de los ríos
que se desprenden y ruedan
bajo el impulso del agua
que llega y se los lleva,
hasta donde nunca jamás están.
Piedra o sol, o trueque de costumbres
así trasformaré mi condición,
a poco que te inclines a besarme
o admitas que mi piel se trocó tuya
y que al grito del amor se sucumbió
María Toca
Santander-08-07-2018. 20,32