Sutil, como la seda, tus palabras,
suaves, se deslizan por la arena
que forma tu alma con la mía
y dejan la huella del paso
de unos pies ligeros por la escarcha.
Suave, tu verbo,
a contrapecho del estío
ese que cubrió el tiempo
y los meses en que sobrevivimos
con el frío.
Como caricia ciega
me sonaron tus deleitosas conclusiones
y tal que seda, se deslizaron
por la piel, con la lentitud de un castigo,
tus caricias. Tus palabras,
dichas, mientras borboteando en el fuego,
languidecían las angustias
de una tarde envuelta en niebla;
yo envuelta en tu cuerpo,
tú, abrazando con dulzura, al destino.
María Toca
Santander-4-2-2018. 18,48.