Se desliza, como la nieve barrida por el aire,
por mi espalda, el susurro liviano de tus dedos
mientras escuchamos a lo lejos
a un perro que ladra a las estrellas.
Como flor que se deshoja por el viento
o como polvo reseco de caminos
la piel se me desata en el lamento
que infiere la caricia lenta de tus manos.
Mi cuerpo macerado de deseo
escucha la música salida de tu pecho
siendo tu corazón el instrumento
que deleita mi oído pendenciero.
El tiempo parado, detenido el reloj,
marca las horas, mientras se calcina
mi cuerpo y tu costumbre
de amarme siempre a deshora.
Escucho el sonido de tus pasos
que vulnera el tibio pavimento
mientras el viento se lleva con denuedo
el largo resentimiento de tu ausencia.
Que lento va el reloj cuando te espero
que parado el tiempo si no estás
tanto que sueño con sentir el dolor
que lastima en mí tu pensamiento.
María Toca
Santander-22-07-2018. 0,14