En el filo, de una navaja ,
me siento a veces;
en el filo, de un cuchillo de acero,
o un estilete, bien cimentado
en base cierta, y yo sentada
en su cortante, bisel plateado
aleteando, a punto cierto
de abrir mi seno y dejarme ir.
Manos ajenas, sujetan esa virola,
y yo cimbreo, siempre en la hoja,
como si mil tormentas batiesen palmas
sobre mi alcoba.
Al filo, siempre, mas en la sombra
se me guarecen las carnes yertas
y siento lenta agonía,
mientras mi cuerpo, mi vida toda
se bambolea, en una proa
que corta y hiere,
siempre en la sombra.
Santander-24-7-15, 19,34. 550 días sin ti pero contigo.