No queda más remedio que creer
en las sombras que sobrepasan
a la muerte, siempre en espera,
de un reencuentro. Soñando,
que esa falacia no sea incierta.
Aunque en el entendimiento
se me retuerza las mil razones
que esgrime con fuerza
lo razonable, y lo plausible.
No queda otra.
Até con suave hilo
a la razón, la voz del tiempo
de mi cordura,
por eso, no queda otra,
que andar al paso de lo que ansío
aunque, a veces, la voz impía
de la razón, salte y me hiera,
mas yo me digo: no queda otra,
porque, lo que tanto se ama,
no puede un día irse, y dejar
la huella horadada y el alma sola.
No queda otra.
Santander-24-7-15, 19,51. 550 días sin ti, pero contigo.