Se fue con paso ligero,
derechito hacia su casa
casi sin hacer ni un ruido
como caminan las águilas,
allá por altas montañas.
Se fue llevándose el tiempo
que a partir de ahora nos sobra
porque nadie vive ni espera
cuando ya no queda nada.
Se llevó vida y cariño,
nos dejó mil madrugadas
frías, aceradas, huecas,
desnudas de fría calma.
Con él se llevó la luz
que iluminaba moradas,
alegrías y sembradas
con la música esperada
que llora cuando se calla.
Se fue con él mi mañana
albricias de pura rabia.
El silencio, y la razón
me la dejó bien quebrada
por mucho que pase el tiempo,
nunca pasará momento
en que no sea mi pecho
el que anide tu lamento.
Santander-24-14, 22,46. 6 días sin él.