Se me cansaron los flancos de esperarte,
de templar el cuerpo con ausencias
y de escuchar el silencio de nocturnos
a tenor de falsas complacencias.
Busqué mucho, quizá por caminos inciertos,
tras huellas falsas, busqué, equivocada
y al cabo, agotada, en la espera,
alcé los brazos en tímida derrota
al ver que jamás hallaría lo buscado.
Por eso vago como alma torturada,
en soledad, o tibiamente acompañada,
de versos, libros y canciones,
huyendo de estampida,
de los viejos amores renovados.
Esos que me persiguen por el yermo
como fantasmas de un pasado
que se cerró y quedo bien colocado
en el anaquel de mi alcoba
donde guardo viejos estertores,
o entre el quicio de la puerta
anclados, entre tu indiferencia y mi pecado.
María Toca
Santander-08-09-2018. 9,40