De vuelta. Regreso al lento discurrir de horas
en somnolencia y grave cobardía,
de escuchar el sonido irrelevante
de un silencio condensado de detalles
que apenas marcan las horas con reproches.
De vuelta, a la costumbre, a la fiereza de los días
en que la rutina nos invade. Retorno
a la suave cadencia del tiempo
que paso ensimismada o enarbolando
cuitas y desastres solapados
y dejo las preguntas, las risas y los ruidos
al socaire de otras vidas, ignoradas,
mientras en mi casa se desvanece
el dulce presagio del amor que torna
cada tiempo a renovar mi sangre y mis costumbres.
Marchó la alegría, las preguntas,
los abrazos somnolientos,
con que recibimos la mañana
y deja un vacío inabarcable,
cada vez más profundo, insoslayable,
marchitando, de golpe, las respuestas
que en mis labios se brotan,
como flores incombustibles de alabanza.
Salió de mi casa la pequeña, firme,
con los ojos hechos de despedida,
tan brillantes como livianamente afligidos,
en la boca dibujada una mueca de tristura
que deja, con sus huellas, en mi sangre
las pocas alegrías que me restan.
Por eso, apagué las luces de mi alcoba,
cerré puertas, vados y ventanas
y encendí la vela que alumbrará
tibias madrugadas, hasta el reencuentro
que emergerá breve
tal como si no hubiera un mañana.
María Toca
Santander-11-08-2019. 20,11