Se ancló la tristeza en mi pecho
germinó como flor en Abril,
anidó entre nubes espesas,
ya no puede salir más de ahí.
La sonrisa es mueca que duele,
en los ojos se apagó la luz
que lucía entre las tinieblas
de los días grisáceos de sur.
Ya no prenden las velas mi ánimo,
ni se incendia de fuego mi pecho.
Se apagaron las tibias hogueras
que con fuerza impulsaban mi ardor.
Me queda la vana esperanza
de cantar con palabras su voz,
trasmitir vida en unas líneas,
devolver lo que tanto me dio.
Cumplir sueños ajenos,
tomarlos por propios,
hacerlos felices a ellos,
los que quedan,
como aves sin tino y sin dios.
Santander 1-3-14, 10. 40 días sin ti.
un día en silencio, con la voz apagada, es un buen día. Reposo y razón