Me prometí no enfadarme.
El día uno de Enero, me lo juré, no sé si fue bastante
para encerrar cóleras ciegas, que me inspiran estolideces
y estulticias, al cabo, poco importantes.
Me prometí que la ira no cegaría más mis ojos,
que la rabia que me inspira la estúpida chanza de unos pocos
la asumiría como baza inalterable,
de eso que llamamos vida cotidiana.
Lo prometí. Lo voy cumpliendo,
porque cuando un idiota cree que ofende
enervo mi lanza con donaire,
la mezclo de sarcasmo y un fantasma
de sutil y estucado buen reproche
la clavo entre el flanco, el pulmón,
el bazo y en franca retirada
acierto a dar, justo en la frente
allí donde el imbécil posa su mirada.
Y no me enfado, tan solo vuelco el pozo de la urdimbre
entre su ego, su necedad y mi ironía.
Por eso, voy cumpliendo la promesa.
No me enfado. No me giro,
con volver el argumento y salir del recinto
donde me quieren encerrar, tengo bastante.
#MariaToca
Santander-1-3-2017. 0,09.