Por las esquinas y por las veredas,
me encuentro a veces, de sorpresa,
palabras, escondidas y revueltas
que vagan por las calles,
sin cordel ni amo que las mantenga.
Las recojo, las contemplo con dulzura
las alimento, las mimo, para luego
darles oficio de poema
y quedarme tranquila, viéndolas
como se mecen con el viento
como si me hubieran nacido, de momento.
Algunas no las conozco, otras un poco,
las amo y me poseen; otras,
al cabo, se pierden en el olvido
y poca cosa las mantiene, cerca de mi mano.
Con todas juego, de noche, solo un rato
y luego las dejo libres,
para que vuelen a otras manos,
a otros poetas que las amen y con ellas
formen el silencio de las cosas.
Santander-1-4-2016. 21,59.