Se desvela el infierno
con las anchas caídas
y nublados de cielos
escarchados de plomo.
Se levantan telones
de los escorzos hueros,
como esquirlas de hielo
que pueblan, sin un ruido
los caminos hollados
borrando viejas huellas.
Porque son los nublados
de un país, donde poco o nada
se oculta de ese sol
que todo lo celebra
y se quiebra a poco
que la luna se asoma
detrás de las viejas quimeras
que panzudas, cual nubes
caminan hacia el fin.
Un país sin palabras
donde medran los fines
de destinos banales,
nos decoran simientes
que siembran sementeras
para luego crecer flores
que se visten de azul.
María Toca
El Camello, 6-05-2018, 14,58