No quiero morir de amor
ni vivir abrasada
entre penas de una incierta
pasión reconcentrada
ni quedarme quieta, abstraida
amando y contemplando madrugadas
asida a otra mano, a otra esquina.
Quiero amar, tan solo lo que asusta
quitarme ataduras de las manos
para que libres y encrespadas, horaden
la tierra que las cubre.
Quiero usar la voz para el grito
o el susurro de poesía ensimismada
y no para susurrar vanas palabras
que adornen el ego de un extraño.
Por eso, renuncio a amores encendidos
de esos, ya tuve los que quise: demasiados,
ahora, queda tiempo para lo justo,
componer, sembrar y dar la vida.
Con eso, yo ya tengo bastante
que me aplaco las pasiones
con el incierto placer de la poesía.
Santander- 4-7-2016. 11,24